domingo, 20 de mayo de 2012

Las suaves colinas de Kampala (XXV) Aguanta y vives

Niña en poblado
Foto original de Vicente Baos
Dos ganchos y un directo sin demasiada mala intención hicieron ver a Nabulungi que la pelea iba en serio y debía reaccionar rápidamente. Moviendo las piernas con agilidad, fue esquivando los golpes desordenados de Akello. Tímidamente, colocó en el abdomen de él varios golpes bien dirigidos. Llegar a su cara era difícil, la corpulencia y una cerrada defensa lo dificultaba. El primer asalto pasó rápidamente con estas escaramuzas. El público reaccionó con interés al ver que la diferencia no era tanta como había parecido a priori. Las apuestas se incrementaron, dando una parte del público, un voto de confianza a Nabulungi. Desde la esquina, Tagan actuaba como entrenador de Nabulungi y miraba seriamente el desarrollo de la pelea. En el descanso le dijo:
- Me ha gustado como has empezado, cánsale y te será más fácil darle los golpes.
La campana sonó y el segundo asalto comenzó bruscamente. Akello arremetió contra Nabulungi como una apisonadora. Olvidando su defensa, comenzó a dar golpes rápidamente y de forma desordenada en la cabeza de Nabulungi que cerró su defensa con ambos brazos aguantando el chaparrón. Akello estaba tan cegado que solo intentaba golpear la cara. En un momento de respiro, Nabulungi pudo liberar su brazo derecho y golpeó un directo intenso y certero en el estómago de Akello. Éste acusó el impacto y tuvo que proteger instintivamente su abdomen. Nabulungi aprovechó para dar dos pasos atrás y recuperar el resuello. 
Twebaze daba vueltas alrededor del ring en el exterior de la zona reservada al público. El jardín donde se había montado el espectáculo era menos agobiante que los espacios cerrados de otras ocasiones. Seguía pensando como sería posible escapar de allí. Además de tener que salir del portón o atravesar las vallas que rodeaban el perímetro, había que saber donde dirigirse una vez fuera. No había ningún pueblo cercano y Kampala estaba a una hora de viaje en automóvil. En su fuero interno, aunque veía que Nabulungi estaba defendiéndose bien, sabía que su posición y la de ella era muy frágil y peligrosa. Era consciente de donde se habían metido. Usaban a los jóvenes para su diversión como meros objetos desechables, importando muy poco su destino. Era la cruel realidad. Sentía vergüenza del momento en el que apareció en el black hole y le entregaron a los candidatos para ir a la casa de Nakasero Hill. 
La pelea siguió y ambos combatientes alternaban momentos de mayor dominio. Ciertamente, sorprendía la capacidad de Nabulungi para soportar las acometidas, cada vez más desordenadas y salvajes de Akello. Sangrando por el labio, con un ojo edematoso, jadeando, Nabulingi seguía defendiéndose y atacando. El segundo asalto finalizó.
La campana sonó y las apuestas se cerraron. El tercer asalto sería definitivo. O había un K.O. o los jueces decidirían quién era el mejor. El favor del público estaba dividido en dos mitades, algo bueno para el negocio. Akello decidió que la brutalidad era su mejor arma y debía aplastar a Nabulungi.

1 comentario:

  1. La verdad...me tienes con el estómago apretado ante tanta brutalidad...

    ResponderEliminar